Mèrida 5 de Julio de 2018.
El
5 de Julio de 1811 marca el punto de quiebre definitivo del
colonialismo español en el subcontinente americano, hasta ese
momento bajo el control, sometimiento y explotación de un imperio
decadente; es también un hito histórico precursor en la
constitucionalidad para todas las naciones latinoamericanas que, a
partir de esa fecha, irán declarando sucesivamente su independencia.
La
posición estratégica de Venezuela, abierta al Mar Caribe le permite
un conocimiento directo y anticipado a otras regiones del continente
de los acontecimientos que se suceden en Europa y, en particular, en
España, donde la invasión napoleónica y la conducta pusilánime y
entreguista del Rey y la corte española, le da la oportunidad a los
hombres y mujeres que desde siglos atrás, venían exigiendo una
mayor participación y gobierno en las sociedades hispanoamericanas.
"...
no, compaisanos, seremos libres, seremos hombres, seremos nación.
(...), unámonos todos en la grande obra de nuestra común libertad".
Así sintetizaba Francisco de Miranda en 1801 el espíritu que, ya de
manera inevitable, conduciría al pueblo venezolano a convertirse en
una nación independiente y soberana.
A
tono con las ideas y con el espíritu de igualdad y libertad que
marcaban los acontecimientos en Europa y América, se conforma en
Caracas y en otras provincias que integraban la, hasta ese momento
Capitanía General de Venezuela, un movimiento que rescata las luchas
e ideales autonomistas y aprovechando la ausencia de un gobierno
español defenestrado, establecen el primer Congreso Constituyente de
la Confederación Americana de Venezuela, que será llamado Supremo
Congreso de Venezuela, integrado por los diputados provinciales
elegidos entre octubre y noviembre de 1810.
Ese
5 de Julio de 1811 es el alfa y el omega de un largo proceso de
luchas que sembraron todo el continente americano de deseos de
emancipación y se extiende hasta nuestros días en la consolidación
de la nacionalidad venezolana y hermandad latinoamericana para
afirmar nuestra independencia y soberanía. Como bien lo supieron
expresar aquellos dos titanes del pensamiento y la acción
emancipadora, cuando Simón Bolívar ante la Sociedad Patriótica
reclama: …”trescientos años de calma ¿no bastan?”… y en el
Acta de la Independencia, Juan Germán Roscio manifiesta: ...“como
todos los pueblos del mundo, estamos libres y autorizados para no
depender de otra autoridad que la nuestra, y tomar entre las
potencias de la tierra, el puesto igual que el Ser Supremo y la
naturaleza nos asignan y a que nos llama la sucesión de los
acontecimientos humanos y nuestro propio bien y utilidad”.
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