Mérida 13 de Diciembre de 2018.
El 13 de diciembre de 1964, muere accidentalmente de un disparo de fusil, Argimiro Gabaldon, conocido como “comandante Carache”, jefe del frente guerrillero Simón Bolívar en las montañas de Lara y Portuguesa.
Argimiro
Gabaldón tenía apenas 45 años cuando lo alcanzó la bala que le
quebró la vida. Más que la muerte le dolió morir de bala amiga,
morir a destiempo, morir cuando apenas se iniciaba el camino duro del
que tanto había hablado y para el cual tanto se había preparado.
Había
nacido en 1919, parteado por su propio padre el general Rafael José
Gabaldón, en la Hacienda Santo Cristo, ubicada en el municipio Sucre
(Biscucuy) del estado Portuguesa. Y fue en El Tocuyo, 19 años más
tarde cuando, sobre un bancal de arena, a orillas del río, empeñó
su palabra comunista con el futuro. Allí inició una participación
política que no cesó sino cuando la bala equivocó su cauce para
irse a anclar en su corazón combatiente.
Las
actividades políticas lo llevaron a Caracas y a incorporarse en las
luchas estudiantiles y en las huelgas organizadas por la Federación
de Estudiantes de Venezuela. Para ese momento Chimiro era nadador,
jugador de béisbol, pescador, cazador y excursionista incansable.
Una vez bachiller se fue a Argentina a estudiar arquitectura. En el
tercer año de su carrera detuvo su visión arquitectónica para
adentrarse en el mundo de la pintura, la literatura y el arte. Y con
su morral al hombro se fue a Brasil.
Regresó
a Venezuela en 1945 a desandar los viejos caminos. A sus destrezas
físicas, Chimiro sumó su pasión por el periodismo, la novelística,
el cuento y la poesía. Entendió que había que conocer la historia
de su país para poder actuar sobre ella, y se dedicó a formular
preguntas y a encontrar respuestas.
A
la hora de la lucha contra el perezjimenismo, fue el primero en
plantear que no se trataba sólo de cambiar al dictador por otro
gobernante, sino que había que ir a la raíz de ese acontecer para
que los cambios fuesen trascendentes y no formales. Fue entonces
cuando comenzó a discutir la tesis de la necesidad de la lucha
armada, como respuesta a un gobierno represivo y criminal.
Y
cuando llega el año 1958, comienza a ver con cierto recelo las
políticas de unidad impulsadas por el Partido Comunista. A la hora
del III Congreso del PCV, fue quien planteó la necesidad de ir hacia
otras formas de lucha. Es el inicio de la experiencia guerrillera en
Humocaro y también las primeras derrotas. Desde fines del 61 hasta
el 13 de diciembre de 1964, Chimiro estuvo al frente de esa lucha. Y
en ese proceso le tocó vivir los vaivenes de unos dirigentes que se
amoldaban a las circunstancias, antes que analizar histórica,
táctica y estratégicamente la realidad sobre la que actuaban.
“Somos
la vida y la alegría, en tremenda lucha, contra la tristeza y la
muerte”: esa frase, emblemática de su postura vital, resume el
legado de Argimiro Gabaldón.
“No
soy un guerrero, nunca lo había pensado ser, amo la vida tranquila,
pero si mi pueblo y mi patria necesitan guerreros, yo seré uno de
ellos. Y este pueblo nuestro los ha parido por millones cuando los ha
necesitado”, decía.
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