Mèrida 21 de Febrero de 2018.
El
Manifiesto del Partido Comunista, uno de los tratados políticos más
influyentes de la historia, es una proclama encargada por la Liga de
los Comunistas a Karl Marx y Friedrich Engels entre 1847 y 1848, y
publicada por primera vez en Londres el 21 de febrero de 1848.
Este
Manifiesto, del que son especialmente famosas las frases de principio
y final (Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo y el
lema ¡Proletarios de todos los países, uníos!, respectivamente),
favoreció una gran revolución social y política y fue la base
ideológica del movimiento obrero internacional y del proceso
revolucionario ruso, que culminó en 1917 con la creación de la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
El
texto del Manifiesto describe sucinta y explícitamente los
principios de la teoría marxista del materialismo dialéctico y
anuncia los propósitos y el programa de la Liga. Sugiere un curso de
acción para una revolución proletaria que derrocaría el
capitalismo e instauraría una sociedad sin clases.
El
Manifiesto comienza con un análisis evolutivo de la historia, según
el materialismo histórico. En él, la historia es concebida como una
ininterrumpida lucha de clases, caracterizada siempre por la lucha de
intereses entre opresor y oprimido. (Ver en Hegel "dialéctica
del amo y del esclavo"). Los señores feudales terminan con la
modernidad, y la nobleza irá desapareciendo, paulatinamente, como
consecuencia de la Revolución francesa. De modo que las clases
imperantes que han restado son la burguesía y el proletariado. La
primera, con sus lejanos orígenes medievales irá agigantándose
hasta peticionar por sus derechos políticos en el Siglo XVIII. El
proletariado (que comprende también al campesinado dependiente) será
la nueva clase oprimida, y que se irá conformando en amplitud a
través de las Revoluciones Industriales.
La
toma del poder político y del poder económico -apoderamiento de los
medios de producción- será el proceso de la burguesía que llevará
consigo la excavación de su propia tumba: el proletariado, llevado a
una explotación inhumana y sin ningún tipo de consideraciones. A su
vez la maquinaria lo transforma en un apéndice de ese medio de
producción, en una figura alienada que ya no guarda un vínculo con
el producto de su trabajo. Ofrece su trabajo como medio de
intercambio, pero el capitalismo le paga, solamente, para su
subsistencia, quedándose con la diferencia:la plusvalía.
Será
esta alienación la que llevará a esta clase a la unión y a la
lucha. A tomar en sus manos un papel revolucionario. Según el
materialismo histórico, el proletariado, por un proceso dialéctico
de corte definidamente hegeliano, estará destinado a transformarse
en redentor del hombre en la historia.
Esa
liberación significará la liberación de todos los hombres,
incluyendo a los burgueses, que en la relación de "amo y
esclavo" se encuentran como aherrojados por una fuerza que los
excede y les quita la posibilidad de ser dueños de sí: esto es, no
estar alienados, a su modo.
De
este modo los pasos prefijados por el proceso histórico serán, en
este orden: Derrocamiento de la burguesía como dueña del poder
político y económico.Desaparición de la propiedad privada de los
medios de producción. Supresión del sistema ficticio de "las
libertades burguesas". Anulación del papel educativo de la
familia, como ente sobrepuesto a los intereses de la comunidad.
Abolición del Estado, como máxima superestructura de todas las
ideologías conformadas por los intereses burgueses. Supresión de la
religión como ideología de la clase dominante y promesa de un
paraíso de ficción. Anulación de la moral de la burguesía, en la
que se encuentran cristalizadas los intereses de esta clase.
En
el pensamiento marxista, la revolución proletaria es una necesidad
histórica, que supone un proceso ineluctable; pero no puede darse
sin que antes se recorra el periplo total. Los países feudales, o en
los que el feudalismo se encuentra enquistado todavía, de alguna
manera, no están designados para iniciar la Revolución. Lo
paradójico es que haya sido Rusia, un país semifeudal, el que en
1917, estableciera el primer estado socialista. Pero Marx ya no
estaba para interpretar este proceso político y social aparentemente
ajeno a las predicciones del materialismo histórico de la época.