Mèrida 29 de Mayo de 2018.
El maestro Rómulo Gallegos, identificaba la llegada de la primavera con estos árboles, frondosos y de un color amarillo intenso que decoraba a la mitad del año en los campos y caminos de Venezuela.
El Araguaney fue declarado el 29 de mayo de 1948 como el árbol nacional de Venezuela.
Es un árbol autóctono de este país y su altura oscila entre 6 y 12 metros. Su tronco es recto, cilíndrico y de unos 60 centímetros de diámetro.
Si nos detuviéramos a conocer los múltiples beneficios que nos brindan los árboles, quizá detendríamos nuestras agresiones y fomentaríamos su desarrollo y conservación.
Los árboles han sido testigos incondicionales de la cultura e historia venezolana. Entre ellos, cabe destacar La Ceiba de San Francisco, en medio de la Avenida Universidad de Caracas, frente a la iglesia del mismo nombre; El Samán de Catuche, cerca del Panteón Nacional, en la capital venezolana, ese mismo que cobijó a Andrés Bello en sus años estudiantiles; y el famoso Samán de Güere, el más conocido de todos, bajo cuya sombra bailaban nuestros indígenas, clamando por la lluvia en los tiempos de sequía, y que sirvió de inspiración a cientos de hombres y mujeres que han jurado paz y libertad para nuestro pueblo por varias décadas.
El Araguaney con su amarillo radiante identifica a una nación… Venezuela.
El Araguaney fue declarado el 29 de mayo de 1948 como el árbol nacional de Venezuela.
Es un árbol autóctono de este país y su altura oscila entre 6 y 12 metros. Su tronco es recto, cilíndrico y de unos 60 centímetros de diámetro.
Si nos detuviéramos a conocer los múltiples beneficios que nos brindan los árboles, quizá detendríamos nuestras agresiones y fomentaríamos su desarrollo y conservación.
Los árboles han sido testigos incondicionales de la cultura e historia venezolana. Entre ellos, cabe destacar La Ceiba de San Francisco, en medio de la Avenida Universidad de Caracas, frente a la iglesia del mismo nombre; El Samán de Catuche, cerca del Panteón Nacional, en la capital venezolana, ese mismo que cobijó a Andrés Bello en sus años estudiantiles; y el famoso Samán de Güere, el más conocido de todos, bajo cuya sombra bailaban nuestros indígenas, clamando por la lluvia en los tiempos de sequía, y que sirvió de inspiración a cientos de hombres y mujeres que han jurado paz y libertad para nuestro pueblo por varias décadas.
El Araguaney con su amarillo radiante identifica a una nación… Venezuela.
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