Mèrida 22 de Marzo de 2018
La Asamblea General de las Naciones
Unidas adoptó el 22 de diciembre de 1993 la resolución por la que
el 22 de marzo de cada año fue declarado Día Mundial del Agua, a
celebrarse a partir de 1993, en conformidad con las recomendaciones
de la Conferencia de la Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y
Desarrollo contenidas en el Capítulo 18 (Recursos de Agua Dulce) de
la Agenda 21.
Uno de los desafíos más graves ante los que se encuentra el mundo de hoy es la crisis del agua que se avecina: en efecto, en el siglo pasado la demanda mundial de este precioso elemento se multiplicó por más de seis mientras que la población del planeta se triplicó. De no mejorar la gestión de los recursos hídricos y los ecosistemas conexos, en 2025 dos tercios de la humanidad padecerán problemas de penuria de agua grave o moderada.
Uno de los desafíos más graves ante los que se encuentra el mundo de hoy es la crisis del agua que se avecina: en efecto, en el siglo pasado la demanda mundial de este precioso elemento se multiplicó por más de seis mientras que la población del planeta se triplicó. De no mejorar la gestión de los recursos hídricos y los ecosistemas conexos, en 2025 dos tercios de la humanidad padecerán problemas de penuria de agua grave o moderada.
La UNESCO ha desempeñado una función
decisiva en la promoción del tema del Día Mundial del Agua, con la
creación del Programa Hidrológico Internacional. En 1975, lideró
las iniciativas destinadas a proporcionar una base científica que
permitiera evaluar los recursos hídricos mundiales y elaborar
principios éticos y socioeconómicos por lo que se guiaran las
prácticas de ordenación y aprovechamiento de los recursos hídricos,
especialmente en las zonas áridas.
Probablemente el agua sea el único
recurso natural que atañe a todos los aspectos de la civilización,
desde el desarrollo agrícola e industrial hasta los valores
culturales y religiosos arraigados en la sociedad. La vida en el
planeta comenzó con el agua y ese nexo entre la vida y el agua sigue
intacto. De hecho, a lo largo de la historia de la humanidad la
necesidad y la demanda de agua han sido un motor del desarrollo
social, económico y cultural. No es exagerado afirmar que si hay una
crisis del agua también habrá una crisis del desarrollo.
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