26 de Julio de 1953.
64 años del Asalto al Cuartel Moncada.
26
de julio de 1953. Fuerzas del pueblo revolucionario armado decidieron
dar un asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos
Manuel de Céspedes, en Granma. Estos hechos y este día han pasado a
la historia, grabados en la memoria del pueblo cubano y del resto del
mundo como el Día de la Rebeldía Nacional y antesala de las luchas
que llevaron al triunfo definitivo de la Revolución Cubana en enero
de 1959.
Cuba
vive en plena dictadura del general Fulgencio Batista tras el golpe
de estado del 10 de marzo de 1952. El dictador se hizo con el poder
derrocando a Carlos Prío Socarrás apoyado por la CIA, y
justificándose por tener al país sumido en la bancarrota e inmerso
en drogas y juego.
Batista
llegó al poder de la isla. Pero no hizo otra cosa que agravar la ya
caótica situación de la población cubana que, de manera ilegal,
gobernó hasta el primero de enero de 1959, día en que, junto a sus
más estrechos colaboradores, huyó del país cargado de dinero
público. Los santiagueros vivieron con Batista bajo una política
alarmante y vacía de ética. Era un periodo caracterizado por la
represión, la violencia, la persecución y el empeoramiento de las
diferencias sociales.
Así
lo entendió en su momento la llamada Generación del Centenario. El
28 de enero de 1953, fecha para en la que se celebraban los 100 años
del nacimiento de José Marti, un grupo de jóvenes decidió
continuar el legado de la Guerra Continua proclamada por el conocido
Héroe Nacional Cubano.
Con
las primeras luces del día 26 de Julio de 1953, el grupo de jóvenes
liderados por el entonces abogado Fidel Castro, se dirigieron hacia
Santiago de Cuba. Querían reavivar los ideales de independencia del
pueblo cubano.
Durante
el mes de febrero, los protagonistas de la insurrección comenzaron
los enfrentamientos de tiro, organizados en diferentes fincas de La
Habana , y consiguieron confeccionar los uniformes del Ejercito con
los que se disfrazarían para entrar en las zonas militares.
En
junio, la granja Siboney, cerca de Santiago de Cuba, un viejo
hospedero en Bayamo y dos casas de la ciudad, fueron el refugio de
los futuros asaltantes. La noche anterior a los hechos, Fidel Castro
distribuyó a los hombres en tres grupos: el primero en el que él
mismo iría al frente atacaría el cuartel de la Moncada, el segundo
al mando de Raúl Castro tomaría el Palacio de la Justicia, y el
tercero, a cargo de Abel Santamaria, ocuparía el Hospital Saturnino
Lora.
"Compañeros:
Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas
maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el
movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo
que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de
ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante”,
expresó el Manifiesto del Moncada, redactado por el joven poeta Raúl
Gómez García y que se leyó antes de salir a la acción.
El
intento fallido de la toma del cuartel de la Moncada
Era
domingo de carnaval aquel 26 de Julio de 1953 en Santiago de Cuba
cuando, de madrugada – a las 5 y 15 a.m.-, un grupo de ciento
setenta y cinco jóvenes inició el asalto. Los grupos de Raúl
Castro y Abel Santamaría lograron asaltar los edificios colindantes
al cuartel, pero un accidente hizo que el grupo de Fidel no lograra
tomar la fortaleza.
Los
jóvenes disfrazados se encontraron con una "guardia cosaca"
que avisaron de la intrusión. Los asaltantes lograron una buena
ofensiva y causaron al ejército treinta bajas, de ellas once muertos
y diecisiete heridos. Pero el Moncada acogía en su interior a más
de mil soldados, de modo que los revolucionarios optaron por
retirarse, tras un combate de cerca de dos horas.
En
caso de no poder tomar el cuartel, la consigna era retirarse a
Siboney para, y desde allí, procurar llegar a las montañas de la
Sierra Maestra y proseguir la lucha. Pero tampoco la retirada resultó
de manera satisfactoria.
La
represión tras los asaltos: De 70 combatientes muertos, solo ocho
cayeron en combate
La
represión desatada por los tiranos contra los asaltantes fue de lo
más salvaje; Apresados tras el asalto, a Abel Santamaría le sacaron
los ojos y a Boris Luis Santa Coloma le arrancaron los testículos.
Una veintena de combatientes fueron sacados con vida del Hospital
Saturnino Lora y trasladados por los soldados de la dictadura al
cuartel, donde por orden de Batista, fueron asesinados a diez
prisioneros por cada soldado muerto.
Haydée
Santamaría y Melba Hernández también fueron detenidas y llevadas
al Moncada. Estas dos mujeres fueron testigos de excepción de la
masacre allí cometida. Se libraron de ser asesinadas gracias a un
fotógrafo, que acompañaba a la periodista Marta Rojas, simuló
hacerles una fotografía (a pesar de no tener película en la cámara)
y, regándose la noticia de que en el cuartel había dos mujeres
detenidas, los soldados ya no podían presentarlas como muertas en
combate.
Estos
son solo algunos ejemplos pero la brutalidad de la violencia ejercida
llegó a límites inimaginables. De las 70 personas que murieron el
26 de julio y en días posteriores a manos de la tiranía, sólo ocho
cayeron en combate; el resto de los cadáveres, sin excepción
alguna, presentaban signos de evidentes mutilaciones y salvajes
torturas.
El
alegato de Fidel: "La historia me absolverá"
Cuando
fueron detenidos, Fidel fue separado del resto de sus compañeros. Su
juicio se celebró en una pequeña sala del Hospital Saturnino Lora.
Era 16 de octubre de 1953 y, en la autodefensa, pronunció su alegato
final conocido como La historia me absolverá.
Su
alegato se convirtió en el programa político del nuevo movimiento
revolucionario de Cuba: la lucha desde y para los sectores populares.
El alegato reivindica el derecho a la rebelión, y lejos de exculpar
sus actos, proclama la justa defensa ante la ilegalidad del gobierno
golpista.
"En
cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no lo ha sido nunca
para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento,
pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que
arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa, la
historia me absolverá" expresa el último párrafo de la
defensa del comandante.
Al
igual que sus compañeros, Fidel permaneció en la cárcel hasta el
15 de mayo de 1955. Una vez estuvo en libertad, y en total
clandestinidad, creó la organización político-militar Movimiento
26 de Julio, con Che Guevara, Haydee Santa Maria, Melba Hernadez o
Vilma Esoin en sus filas.
En
diciembre de 1956 un grupo de 82 guerrilleros, al frente del Fidel,
se embarcaron en México en el Yate Granma para desembarcar en la
Playa de las Coloradasm em el Oriente Cubano. Tras un mal comienzo
con numerosas bajas, un grupo de 20 personas, el Ejército Rebelde,
consiguieron instalarse en una base guerrillera en la Sierra Maestra.
Este fue el comienzo de la lucha y revolución que derrocó a la
dictadura en la grandiosa victoria del 1 de enero de 1959.
El
propio Comandante en Jefe, Fidel Castro, ha conmemorado en muchas
ocasiones las acciones del 26 de julio, recordándolas como "un
nuevo camino al pueblo; que marcó el inicio de una nueva concepción
de lucha, que en un tiempo no lejano hizo trizas a la dictadura
militar y creó las condiciones para el desarrollo de la Revolución'.
La
no consecución de los planes trazados fue un fracaso militar, pero
sin lugar a dudas, se articuló como un éxito moral y político al
marcar la ruta de la posterior lucha guerrillera que culminó con el
Triunfo de la Revolución Cubana.
Facilitador. Pedro Araujo
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