El
Día Mundial de la Alimentación se celebra el 16 de octubre de cada
año. Fue proclamado en 1979 por la Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),(UNGA).Su
finalidad es concientizar a los pueblos del mundo sobre el problema
alimentario mundial y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el
hambre, la desnutrición y la pobreza. El día coincide con la fecha
de la fundación de la FAO en 1945.
El
Día Mundial de la Alimentación es una oportunidad para demostrar
nuestro compromiso con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 2 –
Alcanzar la meta del Hambre Cero en 2030.
Se
trata también de un día para que podamos celebrar los avances
realizados hacia la consecución del #HambreCero.
Cambiar el futuro de la migración.
Invertir en seguridad alimentaria y desarrollo rural.
El mundo está en constante
movimiento. A día de hoy y debido al aumento de los conflictos y la
inestabilidad política, se han visto obligadas a huir de sus hogares
más personas que en cualquier momento desde la Segunda Guerra
Mundial. Sin embargo, el hambre, la pobreza y un aumento de los
fenómenos metereológicos extremos relacionados con el cambio
climático son otros factores importantes que contribuyen al desafío
migratorio.
Los grandes desplazamientos de
población hoy en día presentan desafíos complejos que exigen una
acción a escala mundial. Muchos migrantes llegan a los países en
desarrollo, creando tensiones donde los recursos ya son escasos, pero
la mayoría, unos 763 millones, se trasladan dentro de sus propios
países más que al extranjero.
Tres cuartas partes de las personas en
situación de pobreza extrema basan sus medios de subsistencia en la
agricultura u otras actividades rurales. La creación de condiciones
que permitan a las poblaciones rurales, especialmente a los jóvenes,
permanecer en sus hogares cuando sientan que es seguro hacerlo y
tener medios de vida más resilientes, es un componente crucial de
cualquier plan para emprender el desafío migratorio.
Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación y la Agricultura
Fue
establecido por países miembros de la FAO en la Reunión General de
la Organización Número 20, en noviembre de 1979. La delegación
húngara, encabezada por el Ministro de Agricultura y Alimentación,
Paul Romany, desarrolló un activo rol en la Sesión Número 20 de la
Conferencia de la FAO, sugiriendo la idea de celebrar mundialmente el
DMA. Desde entonces se ha convocado cada año en más de 150 países,
dando a conocer los problemas detrás de la pobreza y el hambre.
El
5 de diciembre de 1990 la Asamblea General de las Naciones Unidas en
la Resolución 35/703 acogió con beneplácito la observancia del
Día Mundial de la Alimentación.
Objetivos
La
FAO establece como objetivos para esta celebración
estimular una mayor atención a la
producción agrícola en todos los países y un mayor esfuerzo
nacional, bilateral, multilateral y no gubernamental a ese fin;
estimular la cooperación económica y
técnica entre países en desarrollo;
promover la participación de las
poblaciones rurales, especialmente de las mujeres y de los grupos
menos privilegiados, en las decisiones y actividades que afectan a
sus condiciones de vida;
aumentar la conciencia pública de la
naturaleza del problema del hambre en el mundo;
promover la transferencia de
tecnologías al mundo en desarrollo;
fomentar todavía más el sentido de
solidaridad nacional e internacional en la lucha contra el hambre, la
malnutrición, la pobreza, señalar a la atención los éxitos
conseguidos en materia de desarrollo alimentario y agrícola.
Cada año se produce el doble de los
alimentos que hacen falta para que los más de 7.300 millones de
personas que habitan la Tierra pero 793 millones de personas pasan
hambre
En todo el mundo las mujeres son las
principales encargadas de la nutrición, la seguridad y calidad de
los alimentos en la familia y en la comunidad.
En los países en desarrollo, la mayor
parte del trabajo de las mujeres se dedica a la agricultura. Aunque
los hombres normalmente aran los campos y guían a los animales de
tiro, las mujeres hacen la mayor parte del trabajo relacionado con la
siembra, escarda, fertilización y recolección de los alimentos
básicos, como el arroz, trigo y maíz, que representan más de 90%
de la dieta de la población rural pobre. La contribución de las
mujeres a los cultivos secundarios, como las legumbres y hortalizas,
es todavía mayor. En su mayoría, estos cultivos se producen en
huertos familiares, cuidados casi exclusivamente por mujeres. Estos
huertos muchas veces son notablemente productivos y son fundamentales
para el bienestar nutricional y económico. En un estudio realizado
en Nigeria oriental, por ejemplo, se comprobó que los huertos
familiares, que en promedio ocupan sólo 20% de la propiedad
familiar, aportaban casi la mitad del total de la producción
agrícola. De la misma manera, se estima que en Indonesia los huertos
familiares aportan más del 20% de los ingresos del hogar y el 40% de
los suministros alimentarios domésticos.
Las regulaciones internacionales de la
Organización Mundial del Comercio y de la Unión Europea establecen
que para poder sembrar, vender o intercambiar semillas, estas tienen
que cumplir con el criterio DUS (Distinción, Uniformidad y
Estabilidad) algo que es difícil de cumplir por la agricultura
tradicional cuyas semillas no son uniformes ni estables. Eso hace que
miles de pequeños agricultores tengan dificultades para resembrar y
comercializar su propia simiente. Pueden comprar semillas
certificadas pero, además de ser uniformes, les supone un coste
extraordinario.
Pérdida de biodiversidad: Según
datos de la FAO (organización de la ONU para la alimentación y la
agricultura), a lo largo de la historia la humanidad ha utilizado
entre 8.000 y 10.000 especies distintas para su alimentación. Hoy se
producen y distribuyen comercialmente alrededor de 150. Y el 60% de
las calorías que consumimos vienen de solo cuatro especies: el
trigo, el maíz, el arroz y las patatas. Y también se utilizan cada
vez menos variedades dentro de la misma especie.
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