miércoles, 6 de septiembre de 2017

Simón Bolívar escribe la Carta de Jamaica

06/09/2017

Simón Bolívar escribe la Carta de Jamaica.


Un día como hoy en 1815, el Libertador Simón Bolívar, quien se encontraba en la capital jamaiquina de Kingston, redacta su famoso escrito conocido como "La Carta de Jamaica", dirigida al ciudadano inglés Henry Cullen, donde le expone las causas que provocaron la perdida de la Segunda República en Venezuela y la necesidad de que los países europeos apoyaran el movimiento independentista de la América Hispana.

Los antecedentes de este reconocido escrito se encuentran en la desaparición de la Primera República, que es cuando Bolívar se dirige a la Nueva Granada para comenzar, en 1813, su famosa Campaña Admirable, logrando derrotar a las tropas realistas. Esta victoria será efímera debido al avance de las huestes realistas dirigidas por José Tomás Boves, que logra derrotar la ofensiva patriota.

Ante la pérdida de la Segunda República, El Libertador vuelve a la Nueva Granada para solicitar ayuda a las autoridades con la finalidad de lanzar una nueva ofensiva contra el Ejército español, pero le es negada debido a las luchas internas por el poder que afectan la lucha independentista.

Esta negativa obliga a Simón Bolívar a dirigirse a la isla caribeña de Jamaica, con la intención de negociar la cooperación del gobierno inglés para proseguir la lucha por la libertad.

El 6 de septiembre de 1815, Simón Bolívar concluye este importante documento que será considerado como uno de los escritos fundamentales en esta etapa histórica, caracterizada por el alto grado de conflictividad política y militar en todas las regiones suramericanas bajo control español.

Allí, Bolívar analiza los esfuerzos de los diferentes movimientos patriotas, haciendo un estudio sociológico, político y cultural de las condiciones de los pueblos hispanoamericanos, sus fortalezas y sus debilidades, justificando la decisión de los pueblos hispanoamericanos de liberarse del yugo español, exhortando a los países del mundo a apoyar la independencia de América.

El Libertador de cinco naciones finaliza este escrito argumentando la necesidad de que los países latinoamericanos logren la unión para crear una sola República, que haga contrapeso a las ambiciones desmedidas de las grandes potencias.

Para muchos historiadores y analistas políticos, la Carta de Jamaica, si bien es dirigida a un particular, también tiene la intención de solicitar la intervención de los gobernantes ingleses en apoyo a la causa de la independencia.

Un hecho curioso de la Carta de Jamaica, es que el documento más antiguo que se conoce está en idioma inglés, impresa en 1818, por la publicación inglesa "Jamaican Quaterly and Literary Gazzette", la cual se encuentra asentada en el Archivo Nacional de Colombia, en el Fondo de la Secretaría de Guerra y Marina Volumen 323.

La versión en español, apareció impresa en 1833, en el volumen XXI, de la Colección de "Documentos Relativos a la Vida Pública de El Libertador", reunida por Francisco Javier Yánez y Cristóbal Mendoza.

CARTA DE JAMAICA (fragmentos)

“Me apresuro a contestar la carta de 29 del mes pasado que Vd. me hizo el honor de dirigirme y que yo recibí con la mayor satisfacción. Sensible, como debo, al interés que Vd. ha querido tomar por la suerte de mi patria, afligiéndose con ella por los tormentos que padece, desde su descubrimiento hasta estos últimos períodos por parte de sus destructores los españoles, no siento menos el comprometimiento en que me ponen las solícitas demandas que Vd. me hace sobre los objetos más importantes de la política americana. Así, me encuentro en un conflicto, entre el deseo de corresponder a la confianza con que Vd. me favorece y el impedimento de satisfacerla, tanto por la falta de documentos y libros cuanto por los limitados conocimientos que poseo de un país tan inmenso, variado y desconocido como el Nuevo Mundo”.

“Tres siglos ha –dice Vd.– que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el grande hemisferio de colón”. Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades. El filantrópico obispo de chiapas, el apóstol de la américa, las casas, ha dejado a la posteridad una breve relación de ellas, extractadas de las sumarias que siguieron en Sevilla a los conquistadores, con el testimonio de cuantas personas respetables había entonces en el Nuevo Mundo, y con los procesos mismos que los tiranos se hicieron entre sí, como consta por los más sublimes historiadores de aquel tiempo. Todos los imparciales han hecho justicia al celo, verdad y virtudes de aquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y firmeza denunció ante su gobierno y contemporáneos los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario…”

“…el velo se ha rasgado, ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas; se han roto las cadenas; ya hemos sido libres y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por lo tanto, la américa combate con despecho, y rara vez la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria”

“En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela, sus acontecimientos han sido tan rápidos, y sus devastaciones tales, que casi la han reducido a una absoluta indigencia y a una soledad espantosa; no obstante que era uno de los más bellos países de cuantos hacían el orgullo de la américa. Sus tiranos gobiernan un desierto; y sólo oprimen a tristes restos que, escapados de la muerte, alimentan una precaria existencia; algunas mujeres, niños y ancianos son los que quedan. los más de los hombres han perecido por no ser esclavos, y los que viven, combaten con furor en los campos y en los pueblos internos, hasta expirar o arrojar al mar a los que, insaciables de sangre y de crímenes, rivalizan con los primeros monstruos que hicieron desaparecer de la américa a su raza primitiva. cerca de un millón de habitantes se contaba en Venezuela; y, sin exageración, se puede asegurar que una cuarta parte ha sido sacrificada por la tierra, la espada, el hambre, la peste, las peregrinaciones; excepto el terremoto, todo resultado de la guerra”.

“…¿Está la europa sorda al clamor de su propio interés? ¿No tiene ya ojos para ver la justicia? ¿tanto se ha endurecido, para ser de este modo insensible? estas cuestiones, cuanto más lo medito, más me confunden; llego a pensar que se aspira a que desaparezca la américa”

“Parece que Vd. quiere aludir al monarca de México, Montezuma, preso por cortés y muerto, según herrera, por él mismo, aunque Solís dice que por el pueblo; y a Atahualpa, inca del Perú, destruido por Francisco Pizarro y Diego de Almagro. existe tal diferencia entre la suerte de los reyes españoles y de los reyes americanos, que no admite comparación; los primeros son tratados con dignidad, conservados, y al fin recobran su libertad y trono; mientras que los últimos sufren tormentos inauditos y los vilipendios más vergonzosos. Si a Guatimozin, sucesor de Montezuma, se le trata como emperador y le ponen la corona, fue por irrisión y no por respeto; para que experimentase este escarnio antes que las torturas. iguales a la suerte de este monarca fueron las del rey de Michoacán, Catzontzin; el Zipa de Bogotá y cuantos toquis, incas, zipas, ulmenes, caciques y demás dignidades indianas sucumbieron al poder español”.

“Todavía es más difícil presentir la suerte futura del Nuevo Mundo, establecer principios sobre su política y casi profetizar la naturaleza del gobierno que llegará a adoptar. Toda idea relativa al porvenir de este país me parece aventurada. ¿Se pudo prever cuando el género humano se hallaba en su infancia, rodeado de tanta incertidumbre, ignorancia y error, cuál sería el régimen que abrazaría para su conservación? ¿Quién se habría atrevido a decir: tal nación será república o monarquía, ésta será pequeña, aquélla grande? en mi concepto, ésta es la imagen de nuestra situación. Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y ciencias aunque en cierto modo viejo en los usos de la sociedad civil. yo considero el estado actual de la américa, como cuando desplomado el imperio Romano cada desmembración formó un sistema político, conforme a sus intereses y situación o siguiendo la ambición particular de algunos jefes, familias o corporaciones; con esta notable diferencia, que aquellos miembros dispersos volvían a restablecer sus antiguas naciones con las alteraciones que exigían las cosas o los sucesos; mas nosotros, que apenas conservamos vestigios de lo que en otro tiempo fue, y que por otra parte no somos indios ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles: en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar estos a los del país y mantenernos en él contra la invasión de los invasores; así nos hallamos en el caso más extraordinario y complicado; no obstante que es una especie de adivinación indicar cuál será el resultado de la línea de política que la américa siga, me atrevo a aventurar algunas conjeturas, que, desde luego, caracterizo de arbitrarias, dictadas por un deseo racional y no por un raciocinio probable”.

“…yo deseo más que otro alguno ver formar en américa la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria”.

“La Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en formar una república central, cuya capital sea Maracaibo, o una nueva ciudad que, con el nombre de las casas, en honor de este héroe de la filantropía, se funde entre los confines de ambos países, en el soberbio puerto de bahía-honda. esta posición, aunque desconocida, es más ventajosa por todos respectos. Su acceso es fácil y su situación tan fuerte que puede hacerse inexpugnable. Posee un clima puro y saludable, un territorio tan propio para la agricultura como para la cría de ganado, y una grande abundancia de maderas de construcción. los salvajes que la habitan serían civilizados y nuestras posesiones se aumentarían con la adquisición de la Goagira. esta nación se llamaría Colombia como un tributo de justicia y gratitud al creador de nuestro hemisferio. Su gobierno podrá imitar al inglés; con la diferencia de que en lugar de un rey, habrá un poder ejecutivo electivo, cuando más vitalicio, y jamás hereditario, si se quiere república; una cámara o senado legislativo hereditario, que en las tempestades políticas se interponga entre las olas populares y los rayos del gobierno, y un cuerpo legislativo, de libre elección, sin otras restricciones que las de la cámara baja de Inglaterra. esta constitución participaría de todas las formas y yo deseo que no participe de todos los vicios. como esta es mi patria tengo un derecho incontestable para desearle lo que en mi opinión es mejor. es muy posible que la Nueva Granada no convenga en el reconocimiento de un gobierno central, porque es en extremo adicta a la federación; y entonces formará, por sí sola, un estado que, si subsiste, podrá ser muy dichoso por sus grandes recursos de todo género…”

“…es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo Gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, dividen a la américa. ¡Qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de corinto para los griegos! ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo. esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración; otra esperanza es infundada, semejante a la del abate St. Pierre27, que concibió el laudable delirio de reunir un congreso europeo para decidir de la suerte y de los intereses de aquellas naciones…”

“Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y reformadores. Los primeros son, por lo común, más numerosos, porque el imperio de la costumbre produce el efecto de la obediencia a las potestades establecidas; los últimos son siempre menos numerosos aunque más vehementes e ilustrados. De este modo la masa física se equilibra con la fuerza moral, y la contienda se prolonga siendo sus resultados muy inciertos. Por fortuna, entre nosotros, la masa ha seguido a la inteligencia. Yo diré a Vd. lo que puede ponernos en actitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre: es la unión, ciertamente; mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos. la américa está encontrada entre sí, porque se halla abandonada de todas las naciones, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni auxilios militares, y combatida por la España, que posee más elementos para la guerra que cuantos nosotros furtivamente podemos adquirir”.

“Tales son, señor, las observaciones y pensamientos que tengo el honor de someter a Vd. para que los rectifique o deseche, según su mérito, suplicándole se persuada que me he atrevido a exponerlos, más por no ser descortés, que porque me crea capaz de ilustrar a Vd. en la materia. Soy de Vd. etc., etc., etc.”



Facilitador Pedro Araujo.


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